Joan Valero

Santa Maria del Mar

Monografía sobre una de las iglesias góticas más espectaculares de Cataluña

Versión en catalán:

amazones

Versión en castellano:

amazones

amazonfr

amazonit

Descripción

JACOBO VIDAL, JOAN DOMENGE. Santa Maria del Mar, Fundació Uriach, 2018, 144 p.
ISBN: 978-8487452406

Santa María del Mar, el edificio que se estudia de forma monográfica en este volumen, es una obra clave del gótico catalán. Junto con la catedral de Mallorca es el mejor ejemplo de edificio de tres naves monumentales resueltas con economía de medios y racionalidad constructiva, unos rasgos que caracterizan las obras medievales del sur de Europa. Con la catedral de Girona comparte otro rasgo básico del gótico meridional: la definición de un espacio dilatado, unitario, compacto, casi «clásico».

El edificio que nos ha llegado suplanta otro más antiguo, Santa María de las Arenas, construido en uno de los suburbios de la Barcino romana, probablemente el lugar donde había sido enterrada la mártir Santa Eulalia, patrona de la ciudad. El gran desarrollo urbano de este sector durante la baja Edad Media supuso no sólo un profundo proceso urbanizador, sino también el levantamiento de prestigiosos edificios, incluida la parroquia.

La nueva iglesia se construyó a partir del 1329, bajo la dirección de los maestros Ramón Despuig y Berenguer de Montagut, y la construcción fue más rápida de lo que entonces era habitual. Medio siglo de obras fue suficiente para crear una parroquial de dimensiones sobrecogedoras. Su interior es configurado por tres grandes naves, casi de la misma altura, y unos soportes sencillos, esbeltos y espaciados que facilitan una visión unitaria y sin interrupciones. El lenguaje constructivo es indudablemente gótico; su sentido del espacio, su belleza, es «clásica», si entendemos por clásica la proporción armónica de todas las partes que integran el conjunto.

El exterior del templo se desmarca claramente de la espectacularidad de las grandes catedrales del norte; toma forma a partir de volúmenes contundentes, de sugestivas combinaciones de llenos y vacíos y de una limitadísima decoración escultórica. La sobriedad de las fachadas y las portadas está en absoluta sintonía con la austeridad y el rigor de toda la fábrica.

Pero si la depuración arquitectónica es un hecho indudable, el mobiliario que, con el paso de los siglos, decoró y ennobleció Santa María debía alterar significativamente la visión del conjunto. Así lo corroboran referencias documentales que dan memoria de ello, testimonios fotográficos anteriores al desastre que la Guerra Civil de 1936 provocó, y algún vestigio superviviente.

Traducción del texto proporcionado por Jacobo Vidal y Joan Domenge