Joan Valero

Gli eterni affetti. Il sentimento dipinto tra Bisanzio e Ravenna

COSTANZA FABBRI. Gli eterni affetti. Il sentimento dipinto tra Bisanzio e Ravenna, Longo Angelo, 2016, 142 p.
ISBN: 978-8880638384

A pesar de que el imaginario común asigna a la civilización bizantina la etiqueta de «arte frío y abstracto», la tendencia a representar plenamente los afectos parece haber nacido en la segunda mitad del siglo XII en el propio territorio bizantino (en Serbia y Macedonia), gracias a la combinación de dos factores: la arraigada tradición helenística presente en Salónica y la poderosa matriz popular, de las cuales siempre se impregnó el arte de los Balcanes.

En Romagna, la escuela giottesca de Rimini, preferida por los promotores franciscanos, parece acoger y metabolizar adecuadamente la lección de Oriente, sintonizándola en el patetismo de Giotto en Padua y en el dramatismo del sienés Pietro Lorenzetti en Asís.

Entre los ejemplos que se han conservado, destaca por encima de todo el de Santa Chiara de Rávena, por la exquisita armonía entre la pietismo devocional de indirecta derivación balcánica, el patetismo expresionista nórdico y el humanismo secular comunal del que Giotto sería mediador. Mientras que el Oriente griego tuvo siempre como objetivo aplicar una representación afectiva de los sentimientos, es decir, domesticada por la razón, el Occidente latino muestra una preferencia por una representación más emotiva y apasionada, donde el sentimiento, indómito por naturaleza, logra liberarse y circular sin ser molestado, marcando el camino para el triunfo final del hombre de y su individualidad, y abriendo de este modo las puertas del futuro Renacimiento italiano.

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